Unas 30 obras, entre dibujos y pinturas, que impactan, desde el vamos. Llaman la atención, no sólo por las escenas (que contienen duros mensajes sociales), sino especialmente por los rostros.

Hablamos de caras de frente, ojos grandes, nariz ancha, casi sin expresividad, como congelados, pero que nos gritan sus reclamos, las injusticias, aunque los labios aparecen cerrados.

Todo, amplificado por el contraste cromático, caras en blanco y negro, escenario multicolor. No hay duda que la artista transmite emociones, de allí los puntos de contacto con el Expresionismo alemán y con la vanguardia cubana de los 30, de Domingo Ravenet.

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